Jardines...para la ciudad
- uspdesarrollo
- 17 sept 2014
- 2 Min. de lectura

Recientemente encontré un anuncio donde se ofrecían viviendas con hasta 1900 m² de terreno en la ciudad de Mérida. Suena bien, casas bastante amplias, espaciosas. Para aquellos que tienen niños o mascotas sabrán lo importante de contar con espacio para recreación. Inclusive si solo es para reunir a sus amistades y familia en el jardín, los grandes y amplios espacios alrededor de la vivienda son un imán irresistible para la gran mayoría de las personas. Sin embargo, esta abundancia de espacio privado viene en detrimento de la eficiencia general de la ciudad.
Pudiera parecer que nada tiene que ver una cosa con la otra pues ¿cómo el disponer de espaciosos jardines en nuestras viviendas pudiera deteriorar la eficiencia y por lo tanto la competitividad de las ciudades? Bueno, pues esto es debido a que esos grandes espacios individuales equivalen a bajas densidades lo que genera un modelo de ciudad extensa y dispersa.
El verdadero problema reside en que en la ciudad hemos perdido los espacios públicos. El no contar con parques plazas y lugares para el disfrute y la recreación en la ciudad ha hecho que la gente busque tenerlos en sus propias casas.
Cualquiera que tenga niños percibirá que no es lo mismo que sus hijos jueguen en el parque público a que jueguen en sus propios jardines. La sensación de inseguridad es uno de los elementos fundamentales en esta diferencia de percepción.
No hace mucho las cosas eran diferentes. Recuerdo, porque aún me tocó vivirlo, los tiempos en los que uno como niño podía salir a la calle, al parque, a la plaza a jugar, a utilizarlos como nuestros patios de juego. Si tenías patio en tu casa, el espacio público se convertía en una extensión del mismo. Hoy las cosas son diferentes, pocos niños pueden salir con seguridad al espacio público. Si éste se ha vuelto agresivo con las personas adultas ¡cuánto más para los niños!
Si la comunidad pierde los parques, las plazas públicas, los jardines vecinales y demás equipamientos recreativos, bien sea por la delincuencia, el deterioro, la indiferencia, la invasión del automóvil o sencillamente por la falta de los mismos equipamientos, entonces otros espacios deben cumplir esa función, pues la necesidad de espacio recreativo no desaparece.
Es entonces cuando el espacio recreativo se fracciona, a cada vivienda se le dota con su “pedazo particular de parque”. Esta acción de atomizar el espacio recreativo y privatizarlo para convertirlo en patios y jardines caseros puede que genere un incremento en la percepción de seguridad y el estatus, sin embargo, eso se conseguirá a costa del desarrollo de la ciudad, la cual necesitará expandirse irracionalmente con los costos que esa expansión conlleva. De este modo, una ciudad sin equipamiento recreativo correrá el riesgo de perder competitividad.
Si hemos de transitar hacia un modelo de ciudad compacta debemos proveer equipamientos recreativos públicos suficientes, seguros, funcionales y de calidad, de manera que la comunidad pueda utilizarlos como si fueran sus propios patios y jardines. Desde luego debemos cambiar el paradigma de que más es mejor, que contar con grandes jardines en nuestras viviendas es sinónimo de estatus y calidad de vida.
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